jueves, 12 de abril de 2012

La alimentación en la adolescencia, una etapa crucial y dificil


La adolescencia comprende el periodo de tiempo desde el inicio de la maduración sexual hasta el fin del crecimiento del cuerpo. Este periodo, que no tiene unos límites cronológicos precisos, se divide en dos etapas a efectos prácticos: de los 9 a los 13 años (primera fase de la adolescencia) y de los 14 a los 18 años (segunda fase de la adolescencia).

Es frecuente que puedan producirse deficiencias nutricionales en esta edad si la ingesta no es adecuada. La conducta y los hábitos alimentarios del niño se adquieren de forma gradual desde la primera infancia, en un proceso en el que el chico aumenta el control e independencia frente a sus padres hasta llegar a la adolescencia. En este momento, en el que se concluye, también, la maduración psicológica, se establecen patrones de conducta individualizados marcados por el aprendizaje previo, aunque muy influidos por el ambiente, sobre todo por el grupo de amigos y los mensajes de la sociedad en general.

Es común que los adolescentes omitan comidas, sobre todo el desayuno, que consuman gran cantidad de tentempiés, que muestren preocupación por una alimentación sana y natural, y sin embargo exhiban hábitos absurdos o erráticos, que tengan un ideal de delgadez excesivo, que manifiesten total despreocupación por hábitos saludables, consumiendo alcohol, tabaco u otras drogas, y no realizando ejercicio físico. Todos estos factores condicionan grandes variaciones individuales en las necesidades nutricionales, debiendo particularizarse en cada caso el consejo nutricional.

¿Por qué una alimentación individualizada en esta edad?

La adolescencia es un periodo de crecimiento acelerado con un aumento muy importante tanto de la talla como de la masa corporal. Además, en relación con el sexo, tiene lugar un cambio en la composición del organismo variando las proporciones de los tejidos, hueso y músculo fundamentalmente,  además del compartimiento graso.

Por tanto, una alimentación individualizada en cada caso, logrará unos aportes energéticos óptimos para el adecuado desarrollo del adolescente, previniendo posibles déficits nutricionales, así como favorecerá un adecuado aprendizaje nutricional en esta etapa crucial, junto a la infancia, en la que se adquieren los hábitos alimentarios definitivos que habrán de ser mantenidos a lo largo de la vida.