domingo, 21 de octubre de 2012

Trastornos Alimentarios y Deporte

En recientes investigaciones llevadas a cabo por el American College of Sport Medicine, se han establecido conclusiones acerca de un incremento de trastornos alimentarios en el deporte
En el ámbito del deporte pueden desarrollarse conductas alimentarias anómalas como consecuencia de la propia práctica deportiva. La presión que sufre el deportista para mantener un peso óptimo puede ser un factor determinante en la aparición de patologías en la conducta alimentaria.
Se pueden clasificar cuatro grupos de deportes en los cuales el peso es importante:
 
  • 1. Deportes que establecen categorías por peso (boxeo, lucha, halterofilia).
 
  • 2. Deportes en los que un peso bajo resulta beneficioso para la mejora del rendimiento en la competición (remeros, canotaje, jockeys).
 
  • 3. Deportes de resistencia (fondo, semifondo, maratón). Cabe resaltar el caso de las “corredoras estéticas” que corren no tanto para obtener un resultado deportivo como para tener un cuerpo delgado.

  • 4. Deportes en los que un peso bajo resulta beneficioso para el desarrollo de determinados movimientos y que requieren buena presencia (figura estilizada y delgada) ante los jueces (gimnasia artística y rítmica, natación sincronizada, saltos de trampolín..)

Es necesario aclarar que, si bien el ambiente deportivo, no necesariamente fomenta un enfoque patológico en relación al peso, sino todo lo contrario, pues la realización de actividad física y la práctica de un determinado deporte facilitan un estilo de vida saludable, si que en determinados deportes existen aspectos diversos que promueven un excesivo interés en relación al peso.


 

jueves, 5 de julio de 2012

Síndrome metabólico y estilo de vida

La contribución de factores genéticos en la aparición del síndrome metabólico o cualquiera de sus manifestaciones es incuestionable, aunque todavía no se conocen todos los genes implicados.
Sin embargo, para que se produzca la expresión genética, es imprescindible la contribución de factores ambientales, entre ellos, el más importante, el estilo de vida.

Y el ambiente actual, caracterizado por una existencia ilimitada de alimentos relativamente económicos, placenteros al paladar, altamente energéticos, ricos en grasa saturada y con elevado contenido en sodio, junto con un escaso nivel de ejercicio físico debido al sedentarismo, a la mecanización de tareas, las nuevas formas de transporte y la casi desaparición de los juegos cotidianos al aire libre en el caso de los niños y jóvenes, aunque también de mayores, favorece enormemente el desarrollo y la aparición silenciosa de obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión y dislipemias.

De hecho, se sabe que la epidemia actual de obesidad y sus consecuencias, en países desarrollados y otros en vías de desarrollo, no puede estar causada por ningún cambio genético, sino por la rápida transición de los factores ambientales.

Por lo tanto, cualquier tratamiento, sin un cambio en el estilo de vida, no se mostrará eficaz para luchar contra estas enfermedades.

jueves, 12 de abril de 2012

La alimentación en la adolescencia, una etapa crucial y dificil


La adolescencia comprende el periodo de tiempo desde el inicio de la maduración sexual hasta el fin del crecimiento del cuerpo. Este periodo, que no tiene unos límites cronológicos precisos, se divide en dos etapas a efectos prácticos: de los 9 a los 13 años (primera fase de la adolescencia) y de los 14 a los 18 años (segunda fase de la adolescencia).

Es frecuente que puedan producirse deficiencias nutricionales en esta edad si la ingesta no es adecuada. La conducta y los hábitos alimentarios del niño se adquieren de forma gradual desde la primera infancia, en un proceso en el que el chico aumenta el control e independencia frente a sus padres hasta llegar a la adolescencia. En este momento, en el que se concluye, también, la maduración psicológica, se establecen patrones de conducta individualizados marcados por el aprendizaje previo, aunque muy influidos por el ambiente, sobre todo por el grupo de amigos y los mensajes de la sociedad en general.

Es común que los adolescentes omitan comidas, sobre todo el desayuno, que consuman gran cantidad de tentempiés, que muestren preocupación por una alimentación sana y natural, y sin embargo exhiban hábitos absurdos o erráticos, que tengan un ideal de delgadez excesivo, que manifiesten total despreocupación por hábitos saludables, consumiendo alcohol, tabaco u otras drogas, y no realizando ejercicio físico. Todos estos factores condicionan grandes variaciones individuales en las necesidades nutricionales, debiendo particularizarse en cada caso el consejo nutricional.

¿Por qué una alimentación individualizada en esta edad?

La adolescencia es un periodo de crecimiento acelerado con un aumento muy importante tanto de la talla como de la masa corporal. Además, en relación con el sexo, tiene lugar un cambio en la composición del organismo variando las proporciones de los tejidos, hueso y músculo fundamentalmente,  además del compartimiento graso.

Por tanto, una alimentación individualizada en cada caso, logrará unos aportes energéticos óptimos para el adecuado desarrollo del adolescente, previniendo posibles déficits nutricionales, así como favorecerá un adecuado aprendizaje nutricional en esta etapa crucial, junto a la infancia, en la que se adquieren los hábitos alimentarios definitivos que habrán de ser mantenidos a lo largo de la vida.

jueves, 23 de febrero de 2012

Causas que con mayor frecuencia pueden desencadenar la obesidad

a) Embarazo. Durante la gestación se producen una serie de cambios hormonales y psíquicos que a veces se acompañan de un aumento de la ingesta. El resultado final puede ser un excesivo aumento de peso, con un cambio en los hábitos alimentarios. Hay que recordar que durante el embarazo las necesidades energéticas aumentan entre 250 y 300 Kcal/día.

b) Lactancia. Con la llegada de un hijo suele aumentar el estado de ansiedad de la madre, y éste hace que muchas veces aumente la ingesta. Si a esto se añade el reposo preceptivo después del parto, el resultado puede ser un aumento de peso. Durante la lactancia las necesidades aumentan aproximadamente en 500 Kcal.

c) Menarquia. Durante esta etapa se producen importantes cambios hormonales, con un desarrollo físico y psíquico más acelerado que en etapas anteriores. Son frecuentes en esta etapa de la vida los cambios en el peso, aunque se desconoce su mecanismo.

d) Supresión de la actividad física. Paralelamente a la disminución del ejercicio se produce un descenso de las necesidades energéticas, que muchas veces no se acompaña de una disminución en la ingesta, lo que da como resultado un aumento progresivo de peso. Este efecto es más acentuado en los deportistas de elite o en aquellos que dedican varias horas al día a la práctica de ejercicio físico.

e) Abandono del tabaquismo. Al dejar de fumar puede producirse un aumento de peso que suele oscilar entre 3 y 10 kg. El tabaco, en concreto la nicotina, tiene poder anorexígeno (disminuye la sensación de hambre) y estimula la secreción de adrenalina. Estos dos mecanismos ayudan a regular el peso, a través de una reducción de la ingesta. Al dejar de fumar, además, se produce un estado de ansiedad, causado por la privación de la nicotina y por el cambio de hábito, que muchas personas intentan aliviar comiendo más, sobre todo alimentos ricos en hidratos de carbono.

f) Después de una intervención quirúrgica. En líneas generales, después de una intervención quirúrgica se produce una etapa de reposo que puede dar como resultado en algunos pacientes un aumento de peso.

miércoles, 11 de enero de 2012

Tratamiento de la obesidad en niños y adolescentes

La obesidad infantil es un creciente problema de salud en los países occidentales. En España, somos líderes en este aspecto.

Partiendo de la base de que muchos obesos adultos inician su enfermedad en la infancia-adolescencia, los grandes esfuerzos dedicados a la prevención deben centrarse en esta etapa.

En general, se considera obesidad infantil la que se inicia a partir de los 3 años de edad, ya que los excesos de peso antes de esta edad no se consideran un factor de riesgo para la obesidad en el adulto.
La mayoría de los autores coinciden en que el tratamiento en edades tempranas debe tener como objetivo principal evitar que el niño en el futuro sea un adulto obeso y el propósito se debe conseguir con una alimentación adecuada, ejercicio físico y terapia conductual con el fin de cambiar los hábitos alimentarios para conseguir una alimentación adecuada.

El planteamiento del tratamiento del obeso infantil difiere notablemente del que se realiza en el adulto. En primer lugar, es muy importante que los padres entiendan que la base del tratamiento es conseguir que la familia cambie los hábitos alimentarios. No se puede pretender que dentro del núcleo familiar sólo el niño cambie de hábitos mientras el resto de la familia continúa con los antiguos. Los hijos tienden a identificarse con sus padres, lo que les lleva a imitar el comportamiento de sus progenitores; por consiguiente, en el futuro los hijos reproducirán los hábitos de sus padres y no aquellos que los padres han intentado inculcarles. Esto conlleva que es importante que toda la familia siga una alimentación lo más equilibrada posible, de cara a evitar el exceso de peso de los niños.

El agente más importante en el tratamiento de la obesidad infantil son los padres. Cuando los progenitores colaboran directamente en el tratamiento apoyando psicológicamente al niño e introduciendo los cambios de hábitos a todo el núcleo familiar los resultados son mejores.

Los tratamientos que se deben aplicar a los niños se reducen a preparar una dieta global para toda la familia en las comidas que se hagan conjuntamente, planificar las comidas regulares que se hacen individualmente, como son la de media mañana y la merienda y aconsejar el aumento de ejercicio físico, pero respetando la voluntad del paciente por pequeño que éste sea. La parte de la dieta que sea conjunta con el resto de la familia tendrá que ser pactada con el paciente y la familia y las comidas que realice de forma individual serán negociadas con el niño; se aconseja ceder en algún punto para que tenga algún aliciente y éste esté más motivado.

Hay que pensar que el objetivo principal no tiene que ser necesariamente perder peso, ya que esta etapa de la vida coincide con el crecimiento y si se consigue un peso estable el factor altura irá corrigiendo progresivamente la obesidad. El objetivo final del tratamiento de la obesidad infantil es conseguir un adulto con normopeso y con unos hábitos de vida y alimentarios correctos.
Es importante no magnificar el problema de peso y hacerle ver al niño que el médico nutricionista está para ayudarle.